domingo, 24 de junio de 2012

"DESPEÑADEROS: MISIÓN CUMPLIDA"

La Campaña Ancianos sin frío llegó a su fin. Un fin que fue el principio de un día inolvidable.

Después de un mes de recolección de ropa de abrigo y de libros para donar al Hogar de Ancianos “Elpidio González”, Palabras Mayores (programa de Radio Universidad y Canal 10) organizó la caravana solidaria hacia Despeñaderos para el día sábado 23 de junio.
El punto de encuentro era en la rotonda de Barrio Las Flores. A las 9.30 de la mañana. Luego de finalizar un programa especial de Palabras Mayores en el cual se escucharon las voces de aquellos que nos acompañarían en esta caravana solidaria.
Los nervios eran muchos. Algunos nos conocíamos. Otros nunca nos habíamos visto. Pero todos teníamos mucha expectativa y alegría por la misión que nos unía.
Nos reunimos en una estación de servicio frente a la rotonda. Llegaron los moteros, los muchachos de Los Cuises cordobeses, uno de ellos en una camioneta cargada de bolsas con donaciones. Llegó la trafic del grupo “Vivir cantando” con su profe Ana Belén Paredes y el músico Marcelo Rivera. Otro de los cuises, Carlos, pasó por casa a buscar bolsas y desde allí llevó en su auto a Don Abran y su inseparable guitarra, acompañado por su hija Ana María. Entre las personas que iban apareciendo estaba una señora, sola, Matilde. Se presentó como una oyente de Palabras Mayores, si había lugar nos acompañaba. Por supuesto que hubo lugar. Casi a punto de partir, apareció Don Carlos, de 71 años, que también nos escuchó por la radio y se vino con su moto para ir hacia Despeñaderos.
Llegaron Miguel, Alicia, Marisa, Javier, Francisco, Antonella… familia que siempre está. Incondicional, Paola Caradaghian (co-conductora de Palabras Mayores) nos acompañó junto a Jorge, su marido.
Partimos. En el peaje se sumaron Delia y José, una pareja de personas mayores, con entusiasmo maravilloso, listos para seguirnos. Y así marchamos por la Ruta 36. Felices. Desbordantes de alegría y emoción. Cantando, riendo, ansiosos por llegar.
En la entrada al desvío hacia el hogar nos esperaban más motos y la trafic con el Grupo Amistad de Barrio Altamira, quienes traían los regalitos para los abuelos.
La llegada al hogar fue muy emotiva. Ver a los abuelos allí, en la entrada, esperándonos. Felices. Sonrientes. Dispuestos a recibirnos con todo su amor junto a Delia Sanday, el alma mater del Elpidio González, una mujer con una sonrisa y un corazón enorme.
Allí empezó la fiesta. Allí empezó a generarse un clima de amor que sólo los que estuvimos podemos entenderlo.
Los amigos de Vivir cantando y Don Abran fueron por cada uno de los comedores, e incluso por la sala de cuidados intensivos, a repartir sus bellas canciones para los ancianos que allí estaban. Más tarde llegaron las “Brisas del Norte”, un conjunto musical que desplegó sonidos, letras y alegría para hacer que la tarde se fuese transformando en inolvidable.
Entre canción y canción, hubo tiempo para el baile de los abuelos que se animaron y también de una pareja que llegó para deleitarlos: Nicolás y Ester. Los integrantes de GABA repartieron bolsas con golosinas y tarjetas entre todos los presentes, mientras Rosa Baigorria junto a su nieta pintaron un mural lleno de colores (con pinturas donadas por Pablo Agustín Fernández Torres) para que iluminen a los ancianos del hogar.
Antonella (8 años) y Francisco (6 años) repartieron dibujos y cartas que los alumnos de la Escuela Gobernador Olmos enviaron junto con sus donaciones.
El final fue a todo motor. Porque los moteros cordobeses Esteban, Juan, Carlos, Jorge, Martín, Fernando, Marcelo, Diego y Don Carlos hicieron rugir las máquinas y aparecieron para llevar a dar una vuelta a los abuelos que se animaron. Indescriptible la algarabía que se vivió. La emoción. La hermosa sensación de disfrute que veíamos en esos rostros al volver de la vuelta en moto. Algo que, estoy segura, nunca olvidarán.
Con los últimos acordes de la guitarra de Don Abran comenzamos a despedirnos. Con el corazón desbordante de alegría por haber podido acompañar a estas personas, los residentes del hogar, pero también con un sentimiento de tristeza porque nos marchábamos y ellos quedaban allí. Cada uno con su historia de vida, con esa historia que lo terminó llevando a vivir allí. En un hogar, pero no el suyo. Con muchos compañeros, pero no con su familia.
Cada uno de nosotros guardó en su memoria un rostro, un abrazo, una sonrisa, una mirada de esas personas.
Todos nos fuimos pensando en que íbamos a volver. Como lo hicimos esta vez, juntos. Juntos a la par.

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